Si pensamos en chatbots y comida será fácil alcanzar la idea de poder preguntarle a la inteligencia artificial de nuestro restaurante favorito si hay mesa libre para esta noche, consultar la carta… y poco más.
Hagamos un esfuerzo de imaginación y pensemos qué más se podría hacer…
Sábado noche. Le sugieres a tu acompañante una cena en tu restaurante favorito…
A través de tu app de mensajería favorita en tu móvil le pides al chatbot del restaurante que te reserve mesa esta misma noche. El chatbot comprueba disponibilidad, te pregunta la hora y si quieres la mesa de siempre. Al fin y al cabo no es la primera vez que vas y tiene un histórico de donde te has sentado en anteriores ocasiones.
Mientras terminas de prepararte consultas la carta. El chatbot te sugiere un nuevo plato de pasta con gambas. Sabe que te gusta el marisco por ocasiones anteriores.
De camino, mientras tu acompañante conduce, vais pidiendo mientras dialogáis fluidamente con el chatbot. Te pregunta si quieres pagar ahora. El chatbot hará el cargo en tu tarjeta de crédito de siempre con un simple ‘Si’.
A la hora de la reserva llegáis y os sentáis. El cocinero acaba de terminar vuestros platos. Sin esperas. Disfrutáis de la velada y cuando termináis simplemente os marcháis a dar un paseo.
Esto que podría parecer ciencia ficción, no lo es. Optimizas la jornada de los camareros y minimizas el tiempo del cliente en mesa. Además generas una experiencia mucho más agradable y natural, donde lo importante es el ambiente, la cocina y la compañía. Todo lo demás se gestiona en otro momento.
Además, el proceso captura la experiencia en datos, pudiendo ofrecer en un futuro novedades y ofertas dirigidas a los gustos de cada persona, basados en el histórico de sus visitas.
Puedes extender el ejemplo a restaurantes de comida a domicilio, cadenas de comida rápida e incluso, porque no, hostelería y ocio. Reservas en restaurantes, hoteles, entradas de cine, teatro, parques temáticos… todo el proceso de contratación de servicios es simple, ágil y fluido. ¿Hablamos?